Parece que en estos últimos meses se ha abierto la esperanza de quienes, además de arrancarnos a un familiar, hemos visto negada su memoria, se prodigan por buena parte de los medios de comunicación reportajes y testimonios que ayudan a recuperar, de alguna manera, el recuerdo de los fusilados y desaparecidos a raíz del golpe militar de 1936.
Pero tampoco este tema está exento de algunas polémicas, un tema tan evidente como es este, que debería ser motivo de consensos, es motivo de debate. Y es que hay algunos que argumentan que ya ha pasado demasiado tiempo como para ahora remover cosas del pasado. A todos ellos, les recomiendo que hablen con los muchos familiares de fusilados que hay en Euskal Herria y vean como no ha pasado tanto tiempo y que vean como todavía estos familiares cuentan sus testimonios con lágrimas en los ojos, recordando lo que tuvieron que pasar en una guerra y en una posguerra tan dura.
No hay que olvidar las secuelas psíquicas sufridas por muchas personas que no pudieron superar nunca y pagaron con la enfermedad y la muerte prematura como la penuria económica (muchos sufrieron el expolio de sus propiedades) y el horror cotidiano (cortes de pelo con paseos por las calles), los agravios e insultos lanzados por las instancias oficiales y medios de comunicación de la dictadura o, en algunos casos desde los pulpitos de las iglesias, para continuar en la calle al amparo de estas entidades.
La persecución al Euskara como de la Cultura Euskaldun, la marginación social y la indefensión más completa.
Recuerdo lo que me comentaban mi madre y mi tía como tuvieron que hacer frente a las burlas y chulerías de los falangistas y margaritas en las fábricas que se reían de ellos porque vestían de luto, la marginación en las fábricas a los familiares de los fusilados fue muy dura. Durante 40 años vivieron con el miedo metido en el cuerpo “no podíamos hablar, teníamos en miedo en la sangre”.
La gran mayoría de familiares ya no están entre nosotros, se fueron sin ver resarcida la deuda histórica que teníamos con todos ellos.
Hoy todavía hay muchas familias que no sabemos donde están enterrados nuestros familiares, cosa que dudo ocurra en el bando de los vencedores porque estos tienen su sitio reservado en algunos cementerios. Hace 19 años acudí con mi madre y mi tía a Hernani a unos actos en memoria de nuestros familiares y fusilados en 1936, fue un encuentro en el cual nos conocimos familiares de diferentes pueblos de la zona de Gipuzkoa. Una vez finalizados los actos nos dirigimos al cementerio, las familias allí presentes 50 años después de los fusilamientos la mayoría no sabíamos si allí estaban nuestros familiares pero a raíz de este encuentro muchas familias hemos mantenido contacto muy directo para seguir buscando información, consultas en instituciones, fábricas, personas mayores en los pueblos, etc. pero muy pocos fueron los que pudieron localizar a sus familiares, pero seguiremos buscando hasta llegar al final. Esa fue la petición que me hicieron mi madre y mi tía antes de morir porque queremos saber donde están nuestros seres queridos.
El Gobierno Vasco puso en marcha en el año 2002 una comisión con el objetivo de recuperar la memoria de los cientos de vascos que fueron fusilados o desaparecieron durante la Guerra Civil para encargar posteriormente los trabajos de investigación a la Sociedad de estudios Aranzadi.
Ahora se ha puesto en marcha un estudio dentro del programa “Hernani 1936-2006” participando Ayuntamiento, Diputación y Gobierno Vasco. En el caso de nuestro familiar Esteban Insausti Zuzuarregi, fusilado con el cura Don Gervasio Albisu Bidaur, he puesto todos los datos recopilados hasta el momento más los vivido por mis familiares en manos de los historiadores del estudio, habiéndome comunicado que el cura Don Gervasio con toda certeza fue fusilado en Hernani el 9 de Octubre de 1936, sin embargo de Esteban de momento no aparece ningún documento. Los historiadores me dicen que muchos de los fusilados fueron ejecutados sin juicio previo, y es por lo que no aparecen recogido en documentación alguna.
Quiero pensar que todos tenemos una gran deuda con aquellos que fueron condenados a la humillación de tener que aguantar las insultantes miradas, aquellos desprecios de sus vecinos por ser familiares de algún rojo o separatista asesinado.
Es necesario que se reconozca de una vez por todas a los protagonistas de ese vacío del recuerdo, condenados a vivir ocultos en sus propias vidas, para no complicarse más las cosas. Para dejar de ser señalados como lo fueron simplemente por decir orgullosamente que son quienes son.
Ya es hora que esta sociedad revise lo que ha hecho y como lo ha contado. Ya es hora también de que hablemos sin complejos y sin miedos de lo que ocurrió durante el silencio de la noche en los muchos parajes testigos de muchos dramas que existen en nuestra Euskal Herria y fuera de ella.
El franquismo se encargó de hacer olvidar todos los abusos cometidos por el bando nacional durante la Guerra Civil y posteriormente la democracia se encargó de esconder los abusos del franquismo. Se encargó de enterrar la memoria, el recuerdo, el paso por esta vida de miles de luchadores por la libertad, por la dignidad humana y por la justicia social.
Por ello cuando se acerca el 70 aniversario, creo que el mejor homenaje que se puede realizar a todas aquellas personas es dar a conocer a las nuevas generaciones la barbarie franquista. Porque se puede profundizar mucho más, se puede completar las listas de quienes fueron fusilados pueblo por pueblo por qué les denunciaron, por qué les mataron queda mucho por aclarar en los lugares en que fueron fusilados Hernani, Oiartzun a cuyos cementerios fueron llevados a fusilar cientos de guipuzcoano y en la cárcel de Ondarreta donde se soltaba a los prisioneros para ser después asesinados. Como mínimo pido que se haga justicia con la historia.
Aunque los olviden, algunos seguiremos en recuperar la memoria de los fusilados, torturados, silenciados, encarcelados, expulsados por defender simplemente la libertad y la justicia.
El viento liberador que no conoce fronteras ni de prohibiciones ni de burdos intereses, seguirá esparciendo la semilla del recuerdo por todos los lugares para que algún día la tierra hable y cuente todo lo que ha visto en las cunetas y en las mazmorras y la memoria sea una luz.
Libertad, Justicia, Democracia fueron las demandas de los asesinados. Recuerdo, Justicia, homenaje son ahora las exigencias de nuestras familias.